El amor de una madre por sus hijos es infinito, desinteresado y un motor en la vida que dura para siempre. Es el caso de esta viejita de 121 años llamada Doña Delia Cruz que ha dedicado toda su vida al cuidado de su hijo menor de 85 años, Ramón Cortéz, que debido a su discapacidad no puede valerse por sí mismo.
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Esta historia de amor sin límites se originó en un pequeño pueblo llamado Telchaquillo, Yucatán, en México y muestra la vida de una madre dedicada a lo que más ama en la vida, a su hijo.
Delia asegura que ella tiene vida eterna, pues Dios le ha dado la misión de cuidar a su hijo y que no se apartara de este mundo hasta que su querido Ramón de su último suspiro.
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En sus momentos de enfermedad, los vecinos se encargan del cuidado de ambos y cargan a Ramón hasta el lado de su madre para que doña Delia pueda mantenerse tranquila.
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"Es como si ellos fueran uno mismo" señalan quienes los conocen...
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Indiscutiblemente, una historia que será recordada para siempre.